México, 18 de Noviembre del 2021.- Un 18 de noviembre pero del año 1917, en el municipio de Guamúchil del estado de Sinaloa, nace el ídolo del pueblo, el inmortal Pedro Infante Cruz, estaría cumpliendo el día de hoy 104 años.
Cantante, actor, deportista de alto rendimiento, fisicoculturista, piloto aviador, carpintero, mecánico, filántropo, multimillonario y siendo el hombre más famoso del momento, siempre se caracterizo por tener una humildad sorprendente con el pueblo, cosa que hasta nuestros días lo a mantenido en el corazón de muchos mexicanos y del mundo entero.
Hoy me permito recordarlo manteniendo viva su memoria, contándoles unas anécdotas de su vida, detrás del artista.
Siempre se le a recordado por ser un hombre que amaba profundamente a él prójimo, con la gente necesitada que acudía a su ayuda. Pedro era amante de las cosas costosas y finas, tenía un zarape muy hermoso que ni a su mismo papá se lo quiso dar cuando se lo pidió, como era una persona muy desprendida al momento de dar cosas que a los demás les gustaban que eran del el, pues muchos de sus compañeros y amigos artistas, como Jorge Negrete o Miguel Aceves Mejía, le decían que se los regalara, a lo que el nunca quería y mejor les compraba otro, un día que iba manejando por la autopista con José Alfredo Jiménez dirigiéndose hacia una presentación, a lo lejos a la orilla de la carretera vio que se encontraba un viejecito ya muy grande de edad vendiendo sus cositas a los transeúntes que pasaban, eran tiempos de invierno, con unos fríos infernales que hacían torcer a cualquiera, el abuelito sólo tenía una cobijita delgada y desgarrada que lo cubría, Pedro se orillo y se bajó con José Alfredo, cubrió a él abuelito con ese zarape tan querido, y le dio 3000 pesos de aquel entonces, le dijo, «ándele señor, recójase para su casa, mañana será otro día», el señor con lagrimas en los ojos agradeció el gran gesto de Pedro, ya que le contó que llevaba horas y no había vendido nada, ni siquiera para poder comer, José Alfredo se quedó sin palabras, y tiempo después de la muerte de Pedro contó esta anécdota.
Otra anécdota de la gran sencillez y grandeza de Pedrito Infante, es la que todos los años en día de reyes, en su casa de Cuajimalpa, como era una comunidad muy pobre la que viva al rededor de su casa, el compraba camiones llenos hasta el tope de juguetes buenos, y los daba con sus propias manos a los cientos de niños que hacían una fila larguísima esperando con ansias su regalo que les había dejado los reyes magos en la casa de Pedro Infante, el de niño nunca tubo esa fortuna de poder recibir un regalo de parte de los reyes magos, ya que apenas alcanzaba para comer en su casa, les decía a todos los niños, que los reyes magos le habían dejado sus juguetes en su casa por que tenían prisa y el se los daba por encargo de los reyes magos. Esto era para no romper la ilusión en esas almas inocentes, esto jamás lo hacía público ni lo hacía con el afán de que se hiciera más popular, todo esto se supo después de su fallecimiento por testimonio vivo de todas las personas.
La penúltima de las muchas, pero muchas anécdotas que existen de la generosidad desinteresada de Pedrito…
Bien se sabe que era un apasionado por la aviación y contaba con muchos aviones propios que el mismo piloteaba, en el desastre natural que hizo el ciclón Janeth en Chetumal en el año de 1955, hubo un puente aéreo de Mérida a Chetumal, Pedro Infante con el seudónimo de Capitán Cruz esto para no ser reconocido, rescato a muchos niños y personas que estaban apunto de morir por los destrozos horrendos que había generado este ciclón, además presto sus aeronaves para el servicio de rescate, y dono mucho dinero para ayudar aún más, esto nadie lo supo, el nunca quiso que los actos buenos que el realizaba se hicieran públicos, todo se supo después de su fallecimiento por testimonios de las personas que fueron rescatadas.
La última anécdota que tengo el honor de contarles es…
Unas horas antes de que pereciera en ese fatídico accidente de avión, el al salir de su casa por ultima vez, se encontró una mujer que estaba en la entrada de su casa, suplicaba por su ayuda ya que uno de sus hijos estaba muy enfermo y no tenía para medicamentos, Pedro, como tenía prisa, tal vez presentía su destino hacia el cielo, solo la abrazo y le dio 5 mil pesos y le pidió a una persona de su servidumbre que la pasara y le digiera a su esposa Irma que la ayudara en lo que ocupará, horas después de este momento, habiendo hecho su última obra de caridad y de amor al prójimo, abordó la aeronave de carga «Tamsa» que había servido como aeronave bombardera en la segunda guerra mundial, con destino a la Ciudad de México para arreglar unos asuntos legales que le tenían muy preocupado, su destino fue otro, el que ya todos conocemos, aquí acabo la vida de el hombre más rico y famoso de todo en México y el más humilde y querido que a existido a través de la historia.
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