Ciudad del Vaticano, 6 de Enero del 2023.-  El papa Francisco presidió ayer en la Plaza de San Pedro y ante unos 50 mil fieles el funeral por Benedicto XVI, fallecido el pasado 31 de diciembre, y luego de tres días en los que unas 200 mil personas se acercaron a despedirse del papa emérito.

Se cierra así la insólita etapa en la que han convivido dos pontífices en la Iglesia católica.

Al terminar el funeral, el Papa, quien llegó a la Plaza de San Pedro en silla de ruedas, se levantó y rezó unos segundos ante el ataúd de su antecesor.

El Pontífice sólo nombró de forma espontánea una vez a Benedicto por su nombre y se refirió a él como “nuestro hermano: Benedicto, fiel amigo del esposo (Dios), que tu dicha sea perfecta al oír definitivamente y para siempre su voz”.

No es la primera vez que un papa participa en el funeral de otro; en 1802Pío VII recibió los restos mortales de Pío VI, fallecido en el exilio en Francia en 1799 y asistió a la solemne misa funeral en San Pedro.

El cuerpo de Benedicto XVI descansará allí con casi 100 pontífices anteriores.

Junto a su cuerpo se colocaron medallas y monedas conmemorativas acuñadas durante su pontificado (2005-2013) y un breve texto sellado en un cilindro de metal que describe su pontificado.

EN LA TUMBA DE SUS ANTECESORES

Posteriormente, Francisco acudió a la cripta donde fue enterrado dentro de un ataúd triple de ciprés, zinc y roble, a las 12:38 horas, el papa emérito en la tumba que ocuparon en su día Juan Pablo II y Juan XXIII.

El vocero papalMatteo Bruni, dijo que se podrá visitar la tumba de Benedicto XVI, en las grutas vaticanas, a partir del domingo, una vez concluidas las obras de reacondicionamiento del lugar.

Al final del funeral, al que asistieron tres monarcas y varios jefes de Estado, algunas personas gritaron en italiano Santo subito! (¡Háganlo santo ya!). Fue la misma frase utilizada en el funeral de Juan Pablo II en 2005.

En su homilía, leída sentado ante el altar, Francisco utilizó más de una docena de referencias bíblicas y escritos de la Iglesia en los que parecía comparar a Benedicto con Jesús, incluyendo sus últimas palabras antes de morir en la cruz: “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu”.

Durante la misa concelebrada por 125 cardenales, 200 obispos y unos 3 mil 700 sacerdotes, Francisco habló de la “sabiduría, ternura y devoción que nos ha otorgado a lo largo de los años”.

La muerte de Benedicto XVI fue una pérdida para los conservadores que anhelaban un retorno a una Iglesia más tradicional simbolizada por el emérito, que conmocionó al mundo en 2013, con su renuncia.

El propio Francisco ha dejado claro que no dudaría en renunciar si su salud mental o física le impidiera desempeñar sus funciones.

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