Morelia, Michoacán, 19 de marzo del 2022.- Con sus manos y el amor a su comunidad, los artesanos de pasta de caña escriben y esculpen la historia de sus pueblos originarios, y velan por la continuidad de la tradición precolombina de tallar con caña y plantas. Hace más de una década de Mario Agustín Gaspar Rodríguez y un grupo de artesanos de Pátzcuaro, dedicados a las lacas, se percataron que la escultura en pasta de caña se estaba extinguiendo, ya no había artesanos tradicionales que la trabajaran y el último que lo hacía, no tenía dominio de la técnica.

“Entonces, nos pusimos a investigar. Metimos un proyecto para creadores y obtuvimos el recurso para que se hicieran las investigaciones y los estudios…”, declaró el artesano michoacano.

Para indagar sobre la técnica fue preciso contratar a historiadores, que pudieran recuperar de los textos antiguos las referencias de cómo hacer la pasta de manera correcta, en qué cantidades, qué tipo de caña, en qué época cortarla y también las plantas que funcionaban como aglutinante y las venenosas que deben llevar.

Luego de haber logrado conocer la técnica “comenzamos a trabajarla y a adquirir experiencia”, declaró Gaspar Rodríguez. El proceso de creación de la pasta de caña es largo, puede demorar hasta un año y el costo por ende, se eleva, no es para cualquier público.

Además de la complejidad de moldear una figura de este tipo, hay que pintarla a mano con tintes naturales que pueden ir desde la tierra, haciendo con ello aún más largo el periodo de conclusión de una obra. Para que pueda ejecutarse correctamente, hay que ser pacientes. Porque el éxito dependerá de un buen temporal agrícola, de las lluvias, el aire y hasta del sol.

“La técnica es muy laboriosa, no se hace en 8 días una figura, dura meses y obedece mucho a la obtención de las materias primas, a la obtención de la caña de maíz, que depende del ciclo agrícola; también hay plantas que se usan para la pasta que nacen antes de las lluvias y otras después de las lluvias”, explicó.

Después de obtenidas las materias primas, hay que amasar, moldear, secar y tallar, tallar cada emplaste, y el sobrante pulverizar, humedecer y volver a aplicarse, para darle el acabado fino que cada pieza requiere, como fue el nacimiento obsequiado al Vaticano.

Por ello, enfatiza el artesano, que los michoacanos, y en general los mexicanos, deben reconocer en las diversas creaciones de los artesanos su propia historia y no minimizar sus creaciones. “Los artesanos somos como los historiadores que no escriben libros, pero escribimos la historia de nuestros pueblos en las artesanías. Está plasmada ahí, los artesanos mantenemos viva la historia de nuestros pueblos”, dijo.

Hoy la familia Gaspar Rodríguez, así como un selecto grupo de artesanos que hacen pasta de caña, custodian celosamente esta tradición, enseñan a sus hijos y nietos y garantizan que esta tradición precolombina, continúe contando la historia de nuestras comunidades originarias.

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